miércoles, 17 de agosto de 2011

Montañas, amistad, y un rumor de violencia...

Los colores de la montaña
 
Título original:          También la lluvia
Año:                           2010
Duración:                  88 minutos
Género:                     Drama social.
Reparto:
                          Hernán Mauricio Ocampo, Nolberto Sánchez, Genaro Aristizábal
Dirección:                 Carlos César Arbeláez
Guión:                       Carlos César Arbeláez
Música:                     Varios
País:                          Colombia

            Los colores de la montaña, es un film del colombiano Carlos César Arbeláez, quien en esta oportunidad apuesta por una historia entre niños en una zona rural para hablarnos de la amistad, en medio de un mundo violento.
            Cine hermoso, sincero, intimista, luminoso y bien contado. El debutante Carlos César Arbeláez nos narra el conflicto entre la guerrilla y el ejército colombiano a través de los ojos de la inocencia de unos niños. Arbeláez elabora esa mirada de un modo natural, nada impostado, apoyándose en la espléndida interpretación de sus actores infantiles.
            Los colores de la montaña desde una perspectiva inocente pero no infantil, sabe dar cuenta de la cotidianidad de algunas regiones del país. Esta película tiene el don de transportarnos fácilmente a nuestra niñez, de recordar esas frases célebres entre amigos, de recordar esa lógica implacable que manejan y esa crueldad – ternura que los caracteriza. Por un momento fuimos iguales. Fuimos niños.
            Sin embargo, esta misma película se encarga de mostrarnos lo ilusos y pretensiosos que podemos llegar a ser los espectadores. Nos guste o no, la realidad de los niños y la población en general en algunas zonas del mundo, es la de una realidad de violencia. Se nos recuerda una vez más que si bien la inocencia persiste, no se puede evitar la realidad o tapar el sol con un dedo. Nos recuerda que todos no somos iguales, que mi familia no ha tenido que debatirse en la difícil decisión de quedarse en el que ha sido siempre su hogar y morir, o irse, salvar la vida y afrontar la miseria. Me recordó que a pesar de los peligros que acechan en las ciudades, estos peligros (sin ser más o menos graves) son distintos y que las zonas rurales de Colombia, aún para un colombiano, un colombiano de ciudad, es otro mundo.
            El conflicto colombiano es tan universal, que es muy difícil que alguien no comprenda esta película, conozca o no el conflicto, se dará cuenta que no es solo colombiano. Es una historia que se repite con otros nombres y en otros lugares, que sigue la misma dinámica violenta en tantos lugares, que un Julián, Manuel o “Poca luz” no son seres extraños. La película, deja la certeza que la ley del fusil lleve quien lo lleve, deja al más débil e inocente desprotegido. La población civil en medio del conflicto es la que paga los platos rotos.

Jueves 18 de agosto, en la Biblioteca Sarmiento, 21 hs.
Entrada general $ 12,00.
Para socios, estudiantes y jubilados $10,00.

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